Cuando la tristeza llega a mi corazón, yo me abrazo fuertemente.
Me abrazo para platicar conmigo un ratito y susurrarme cuánto me quiero.
Me abrazo para recordarme que siempre me tendré a pesar de todo y todos.
Me abrazo fuertemente para conectar el latido de mi corazón con el respiro profundo de la vida que se guarda en mis pulmones.
Me abrazo para no olvidar que mis brazos guardan todos los abrazos que he recibido, aquellos que se esconde en mi memoria, en mis ojos, en mi piel, en mi mundo y en mi tiempo.
Me abrazo para alejar de mi el vacío que todos cargamos frente a nuestros brazos que andan por el mundo como buscando rodear algo.
Me abrazo para tejer puentes cálidos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda.
Me abrazo para acurrucarme con las vibraciones del alma que recorre mi cuerpo.
Me abrazo para no olvidar que mis manos han servido antes para consolar almas, fuegos, sueños, felicidades y tristezas.
Me abrazo fuertemente para recordarme que todo estará bien entre mis brazos.