Lo creamos o no, a lo largo de nuestro ciclo vital siempre va a llegar este momento. Ese instante en que nos digamos a nosotros mismos “Deseo calma, quiero encontrar mi equilibrio interior”.
Para estar tranquilos:
1. Aprender a discriminar qué relaciones de las que contamos en este presente, no nos son satisfactorias, ya sea familia, amistad o trabajo.
2. Dejar de ser víctimas de nuestras inseguridades, obsesiones, limitaciones.
Hemos de ser capaces de re programar actitudes para alimentar el coraje suficiente como para derribar todas las alambradas..
Una vez conseguidos estos dos pasos, debemos tener un propósito, una determinación clara y definida Ser Felices.
Hemos de cultivar esa felicidad sencilla en la que uno, por fin se siente bien como es, por lo que tiene, por lo que ha logrado. Eso combinado con el amor propio nos darán un gran equilibrio.
La persona en cuyo corazón respira el equilibrio y en cuya mente habita la tranquilidad, no ven el amor como una necesidad, o cómo un anhelo. El amor no es algo que llega para rescatar, porque la persona tranquila no necesita ser salvada.
El Amor es un tesoro precioso que uno encuentra y que decide por propia libertad cuidarla con calidad.