Una buena cabeza y un buen corazón son una combinación formidable.
Nelson Mandela
¡¡Debí haber captado!! qué decía Betty esa noche de primavera cuando los visité a ella y a Bruno, y ella me decía: Bruno es un gran proveedor, pero no pasa tiempo conmigo. ¿de que sirven todas las cosas si jamás las disfrutamos juntos?, ¿Cuál era su deseo? El tiempo de calidad con Bruno, deseaba su atención, deseaba que se enfocara en ella, que le diera tiempo e hiciera actividades con ella, calidad a la atención dada.
Cuando nosotros manejamos la inteligencia emocional la podemos aplicar a todas las áreas de la personalidad. Bruno, era una persona muy capaz en su desempeño laboral, pero, en sus relaciones interpersonales fallaba, al faltarle comunicación con sus compañeros.
En esencia toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción; el cuestionamiento es que esa acción puede ser positiva o negativa.
Si mi sistema funciona en forma positiva puedo obtener: identidad, tranquilidad, seguridad, confianza, paz, calma, serenidad, pero si, por el contrario, el sistema funciona en forma negativa puede manejar: dolor, miedo, intranquilidad, tristeza, rabia, culpa, ansiedad, soledad, inseguridad, desconfianza.
Uno de los críticos más contundentes con el modelo tradicional de concebir la inteligencia es “Howard Gardner, quien mantiene que la inteligencia no es una sola, sino un amplio abanico de habilidades diferenciadas que aplicadas nos pueden brindar estabilidad y sensatez.”
Richard Davison, Daniel Goldman, Matthieu Ricard entre otros grandes investigadores han estudiado la gestión de las emociones conllevando a diferentes conceptualizaciones, y definición de pilares que orientan este estudio.
“Entre ellos P. Salovey y J. Mayer la define como la capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esta información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo”
Igualmente indican que debemos considerar:
Las emociones se convierten en uno de los identificadores más importantes a la hora de evaluar nuestras competencias de desarrollo personal, familiar, social e incluso laboral. La benevolencia, el altruismo, el amor propio, la empatía han de ser la antesala de la “Tradición Contemplativa” que promueve el desarrollo de la mente orientándola a focalizar, hacer introspección y tener mayor unidad con uno mismo, “la primera parte de un adecuado conocimiento es la concentración, como lo indica Matthieu Ricard.”
Enseñar habilidades sociales y emocionales nos conduce a todos a mayor civismo y habilidad audaz de aprendizaje, la ciencia corrobora hoy en día la importancia de la aplicación en nuestras vidas sobre la inteligencia emocional, más allá de la formación intelectual, y desarrollo de conocimiento técnicas. Hay que difundir el aprendizaje social e individual que permita disipar las emociones negativas una vez vivenciados episodios complejos en nuestras vidas, de tal manera que podamos regresar sin mayor inconveniente a nuestros estados de bien estar antecedido por el EQUILIBRIO entre la emoción y la razón.
Recuerda: A partir de Hoy tienes la capacidad de decidir.