Las características propias de la adolescencia hacen que los jóvenes sean personas fácilmente influenciables: están en la búsqueda de una identidad y no conocen bien el mundo que los rodea. Para ellos todo es nuevo y sorprendente hasta que confirman lo contrario. De manera que en esa prueba de ensayo-error pueden dejarse llevar por varios tipos de presión: ideológica, religiosa, directiva, entre otros.
Los adolescentes más propensos a ceder ante la presión son aquellos que sienten poca confianza en sí mismos, tienen baja capacidad de liderazgo y escasa autoestima.
Aquí los padres juegan un papel muy importante .
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