Podríamos decir mucho acerca de la felicidad, de aquellas cosas con las cuales nos sentimos plenos, felices, y con las cuales nos sentimos intranquilos, no felices.
Después de reflexionar sobre lo que significa para cada uno de nosotros la felicidad es una actitud ante la vida, es la vida misma, es cómo decidimos pensar, comunicarnos con nosotros mismos, hablar con los demás, comulgar con nuestro entorno, escuchar ,sentir y actuar a cada instante.
La búsqueda de la felicidad la encontramos desde que el hombre existe. Prueba de ello son los planteamientos de muchos escritores y filósofos influyentes quienes desde antes de nuestra era hasta nuestros días nos vienen dando la respuesta. Sin embargo, hemos insistido en encontrar la fórmula mágica, cuando siempre la hemos tenido a nuestro alcance.
El propósito de nuestra existencia es alcanzar la felicidad, concebida como bienestar, como crecimiento personal, o sea, como mejoramiento de calidad de vida. Desde Aristóteles hasta William James, pensadores occidentales han estado de acuerdo con esta afirmación.
Al imponer cierta disciplina interna, podemos experimentar una transformación de nuestra actitud, de toda nuestra perspectiva y nuestro enfoque de la vida. Uno empieza a identificar los factores que conducen a la felicidad y los que conllevan al sufrimiento y de acuerdo con la escala de valores ya identificados tenemos el libre albedrío de cultivar a los que nos llevan a una u a otra.
Algunos de los lineamientos básicos de la escuela filosófica que fundó y dirigió en Necrópolis, al norte de Grecia, a la cual asistieron personajes de la talla de Marco Aurelio Antoninus, quien llegara a gobernar Grecia fueron los siguientes:
Todos poseemos la base para ser felices, para acceder a esos estados cálidos y compasivos de la mente que aportan felicidad. Nuestra propia estructura integral física, emocional, intelectual, material y espiritual responde positivamente a los sentimientos de amor y compasión.
Un estado mental sereno y afectuoso, tiene efectos beneficiosos para nuestra salud física, nuestro bienestar material e intelectual y nuestro estado emocional y espiritual.
Alcanzar la verdadera felicidad exige producir una transformación en las perspectivas y en la forma de pensar. Esto no es tan sencillo. Es un proceso de aprendizaje. Estamos preparados para buscarla, para tener una buena calidad de vida, y está claro que los sentimientos de amor, afecto, compasión y sensatez traen consigo esa calidad de vida que nos lleva a este sentimiento que no es tangible pero que se nota en nuestra actitud.